Un grupo de once militares colombianos admiten crímenes de mesa humanidad ante un juzgado especial de paz
Once militares colombianos han admitido este martes que cometieron crimenes de guerra y lesa humanidad, mataron a civiles inocentes en el conflicto armado conocidos como los “falsos positivos”, ante una audiencia de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
El cabo primero Néstor Guillermo Gutiérrez Salazar, ha reconocido ante las víctimas y la audiencia, su participación en el asesinato de jóvenes y campesinos, supuestamente muertos en combate en el Catatumbo, en el noreste del departamento de Norte de Santander.
“Recuerdo un caso específico de Wilfrido Quintero Chona, lo retuvimos en un bar, estaba en la lista que hice con María Eugenia en El Carmen, lo encerramos y los sacamos con mentiras, le dije que íbamos a la estación de Policía de Guamalito”, ha confesado Gutiérrez Salazar.
“Llegamos a Guamalito volteo y le disparo, lo asesiné, los soldados disparaban hacia el monte y dijimos que había un supuesto combate; le coloqué un arma que me habían enviado los paramilitares, cuando yo le pongo el arma en las manos, veo una mano llena de callos de un campesino trabajador, no pensábamos en el daño que estábamos haciendo”, ha agregado.
Asimismo, el militar ha dicho: “estoy aquí para reconocer los crímenes de guerra que cometí, delitos de lesa humanidad, yo sé que ustedes no nos van a perdonar, pero espero que esto se acabe definitivamente y que el Ejército llegue a cuidar el campesino”.
Así, ha recalcado que quiere que sepan “sus familiares, eran campesinos y como miembro de la fuerza pública los asesiné cobardemente, les arrebaté la ilusión a sus hijos; les desgarré el corazón a las madres, por una presión, por unos resultados para tener contento a un Gobierno”.
En 2016 se firmaron los acuerdos de paz entre la ya desaparecida guerrilla de las FARC y el gobierno por entonces presidido por Juan Manuel Santos, desde entonces ha supuesto la desmovilización de unos 13.000 combatientes, aunque unos 300 han sido asesinados por miembros de otros grupos armados, víctimas de las guerras que estos mantienen por hacerse con el control de las rutas del narcotráfico.